Monica Unterberger – El cerebero no es la mente : dos observaciones

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Pinel,  ya en 1799,  afirmó que la locura no tiene nada que ver con un daño material en el cerebro. Verificación que las autopsias mostraron en la ausencia de lesiones. Si las había, éstas no tenían nada que ver con la locura y sus manifestaciones.

Afirmaba que lo alterado es la función o funcionamiento de la mente. Con ese desplazamiento a la concepción vigente, inaugura la clínica como observación de los fenómenos y prepara una teoría, que explique su causalidad. Aún se sigue buscando la causalidad en la materialidad del órgano y la pretensión de fundar el inconsciente en un sustrato biológico persiste, definida ahora como siendo la ciencia y su real quien respondería por su causa.

Nada habría que objetar a esa tarea de traducir lo real en saber formal: ¡sea tal verificación  neuronal!

Pero lo neuronal, el cerebro, no es la mente. Primera observación.

Freud, Lacan investigan cuál es la estructura que es necesaria concebir a la mente. Que no sea el cerebro ni la neurona. Pensamiento, en todo caso. ¡Ah! Entonces, es otro problema, otra pregunta, otras hipótesis para dar cuenta de las manifestaciones sintomáticas de la subjetividad.

Segunda observación. En el Seminario “L’insu…”, (1977) clase 4, Lacan dice “el inconsciente es siempre individual”. Incluso más: “el inconsciente es sedimento de lenguaje” (1). ¿Se puede afirmar exactamente eso del cerebro? Éste tiene un soporte material, una configuración, zonas y regiones diferenciadas, centros específicos, funciones y articulaciones maquínicas perfectamente reconocidas, localizables, etc. Es una matriz para-todos igual, universalizable, con medidas, pesos, composición de elementos diferenciables de otros órganos : es un órgano.

La invención freudiana del aparato psíquico, si puedo decirlo así, fue el modo de afirmar que el organismo ex-siste al inconsciente, como le ex-siste lo real.

El inconsciente es siempre singular, ¿de qué depende que sea así?

Lo singular del inconsciente depende del uso que un sujeto hace del lenguaje. Este sí es universal en su estructura, aunque deviene particular como lengua, para cada ser que habla.

Lalengua, concepto inventado por Lacan, depende de la estructura del lenguaje,  aunque es en el uso de las palabras a su disposición que se va a atrapar la sexualidad entera capturada en esas palabras.

¿Quién hace uso de esos trozos del lenguaje devenidos lalengua? El sujeto, quien no sólo se instituye en su encuentro, sino que ahí se singulariza.

Hay el universal del lenguaje. Y hay, lalengua, como lo más propio de cada sujeto y es en ese uso – siempre contingente – que  adviene el parlêtre.

En tanto singular, se hace existencia : un modo de gozar con ello, que le es propio.

Pero sí es cierto que, como recuerda Lacan, hay algo centrado sobre las funciones del cuerpo, que hace que demos un sentido a ciertas cosas como es, por ejemplo, el interés por el cerebro como órgano y como funcionamiento y ello se traduzca en aplicar toda la logística que ofrece la neurociencia y la técnica para conquistar un nuevo trozo de saber sobre lo real, – tal como lo trata la ciencia: por el número, lo formal, lo calculable, lo maniobrable, es decir: lo que puede homogeneizarse en un para-todos. “El inconsciente, en tanto no tiene cuerpo más que de palabras”(2),  es lo que hace objeción a tal homogeneización.

Y eso, de lo cual está hecho el inconsciente, no se verifica en ninguna foto del cerebro : son hilos, cuerdas, sacos, tejidos, nudos a los que conviene darle sus bordes, en una topología que le sea propia.

Madrid, 26 de marzo 2019

  1. Lacan, J. – “L’ insu-que-sait de l’une-bevue…” . Seminario 24, inédito, clase 4 y siguientes.
  2. Idem.

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