Guy Poblome – La guerra de las neuronas
En los últimos años, la investigación sobre las causas neurológicas del autismo se multiplican y se contradicen entre sí.
La teoría dominante, según estudios realizados a partir de imágenes de IRM, muestra en sujetos autistas tanto un defecto en las llamadas conexiones de «larga distancia» que conectan neuronas distantes en el cerebro, como una alta densidad de conexiones de «corta distancia» entre áreas cerebrales adyacentes responsables de defectos en el proceso de la información y en la relación con otros.
Sin embargo, un estudio reciente del equipo Neurospin del CEA Paris-Saclay, que utiliza una nueva técnica de neuro-imaginería, muestra el resultado opuesto, e indica un déficit de conexiones de «corta distancia» en algunas personas con TEA, una anomalía que precisamente se correlaciona con un déficit de dos dimensiones en la cognición social (las interacciones sociales y la empatía) (1).
En vista de esta guerra de las neuronas, el título del congreso Pipol9 es más que saludable. Extrae el psicoanálisis y el inconsciente de un cara a cara, de una oposición con las neurociencias, que de hecho no existe, pero donde se está tratando de atraerlos y encerrarlos. Entre el cerebro y el inconsciente, ¡no hay relación!
Por lo tanto, tomar como punto de partida el tema del inconsciente para abordar lo que está sucediendo con el autismo, no significa que el psicoanálisis contenga la verdad científica del autismo. Lacan probablemente quiso alguna vez elevar el psicoanálisis al nivel de una ciencia, pero rectificó para confirmar lo que Freud decía sobre el inconsciente, se trata de una hipótesis. De hecho, hay que creer en el inconsciente para que exista, hay que ir a ver a un psicoanalista para que el inconsciente comience a manifestarse. Y lo más notable es que ¡produce efectos!
Tomar como punto de partida al sujeto del inconsciente es dar plena medida a lo que dice Lacan sobre la locura, es que es una «insondable decisión del ser». De hecho, esto es válido para todos y cada uno, en su singularidad de parlêtre. Hay ahí una elección, una elección forzada ciertamente, pero una elección subjetiva, la elección de una posición subjetiva hacia el Otro de la lengua y lo real de su encuentro.
E incluso si hay una discapacidad, incluso si el cerebro, o los genes, o las extremidades están afectados, eso no quita el hecho de que haya un sujeto. El sujeto es el revés del objeto. El sujeto es quien es responsable, en el sentido de que responde de lo que le sucede, de su inconsciente e incluso de su discapacidad. De lo contrario, se ve reducido al objeto de su discapacidad, a su discapacidad, a su déficit, a su defecto genético o neurológico. Se trata de una cuestión ética fundamental. Varios estudios clínicos lo demostrarán en las sesiones simultáneas de Pipol9, caso por caso, como lo propone Eric Laurent: «¿Qué practicamos? Respondemos por la practica en sí misma, caso por caso. Los ejemplos son las tesis, y no al revés» (2).
Traducción : Alba Cifuentes Suarez
- www.sciencesetavenir.fr/sante/cerveau-et-psy/autisme-et-cerveau-remise-en-cause-de-la-theorie-dominante_129587
- É. Laurent, La bataille de l’autisme. De la clinique à la politique, París, Navarin / Le Champ freudien, 2012, p. 47.