Éric Laurent / Marie-Hélène Brousse – «Los sueños no hablan por sí mismos»
«Es legítimo que no se espere nada de un sueño… En un principio, es necesario tener un sujeto que, al contrario, decida no ser indiferente al fenómeno freudiano.» – JAM
Éric Laurent – Es una fórmula extraordinaria. Los sueños no hablan por sí mismos. “Es legítimo que no se espere nada de un sueño”. El neuropsicólogo afligido por un sueño no espera nada de un sueño. Sólo hay que aumentar la dosis de la “cosa” para detener el sueño, eso es todo. Espera que se detenga [risas]. «No ser indiferente al fenómeno freudiano» – es una formulación muy sutil. No es exactamente hay que estar bajo transferencia, porque primero hay que estar en transferencia con el fenómeno freudiano para esperar que el mensaje nos regrese en una forma inversa en el sueño, para tener una idea de que ahí estamos, de que estamos atrapados en esta historia. Es necesario consentirlo. Nuestra práctica consiste en que la gente acepte no ser indiferente a los fenómenos freudianos.
Marie-Hélène Brousse – Tengo la impresión de que hay algo en el fenómeno del sueño que empuja, que va hacia la transferencia. Históricamente primero, porque finalmente, desde las sociedades humanas, la gente relata sus sueños en la literatura, en los textos, etc. Así que hay algo que nos lleva a buscar un interlocutor, a alguien con quien hablar. Por eso creo que hay algo que se dirige a alguien. Sucede con frecuencia que las personas que no están en análisis cuenten sus sueños por la mañana: «¡No sabes que locura, soñé con esto!» Creo que hay algo en el sueño, algo que tiende, históricamente, contra lo que va la ciencia experimental, lo neuro.
Éric Laurent – Se puede sostener que algo en el sueño va hacia la transferencia. Es el lado del inconsciente transferencial o del sueño transferencial. Pero, la frase «es legítimo que un sujeto no espere nada de un sueño» va más hacia la idea de que podría haber una desconexión entre el sueño y la transferencia. Los sueños no llevan necesariamente hacia la transferencia. Todas las civilizaciones han conocido el sueño, y muchas han utilizado el sueño para interpretar lo que no va bien, lo que está mal, lo que hace síntoma. En la mántica griega, los sueños se utilizaban para definir un tratamiento. En los templos dedicados a Esculapio, el método consistía en hacer que la gente durmiera en lugares reservados para que pudieran disfrutar de un sueño. Se les ponía en condiciones con rituales y oraciones apropiadas. Dormían y lo primero que tenían que decir por la mañana era el sueño que el dios les había enviado. Este sueño definía el tratamiento establecido por el religioso-médico. Ahí tenemos el sueño como un mensaje que nos permite operar sobre el síntoma.
Esto supone un dios, de ahí la frase de Lacan: «Es importante recordar que el sueño no introduce a ninguna experiencia mística». Nosotros, precisamente, hemos cortado los lazos con los dioses, los dioses antiguos y después los del cristianismo. El sueño freudiano ha silenciado los espacios infinitos. El mensaje se sostiene por sí mismo. En cuanto a la ciencia, ha dado un paso más: produce un silencio completo. El sueño se reduce a un efecto incongruente, aleatorio, producido por la remodelación de los circuitos neuronales cuando el cerebro procesa la información del día. Esto surge en una completa incongruencia que no tiene ningún interés. Este punto de vista permite obtener el efecto de silencio, y de operar el corte entre el sueño y la transferencia a un supuesto saber.
Nosotros mismos debemos ser capaces de reconectar a los sujetos con sus sueños. Y además, cuando un sujeto entra en análisis, desde el momento en el que hay transferencia, tenemos todos estos fenómenos, por ejemplo el de alguien que dice «sabe, yo nunca sueño, pero es extraño, anoche tuve un sueño!”, listos para empezar (risas). La reconexión transferencial permite que se active un dirigirse a alguien. Entonces, el sujeto comienza a reconectarse con su inconsciente, lo que le permite saber, más o menos, dónde se sitúa en su relación entre deseo y goce.
Extracto de la conversación para la Asociación Mundial de Psicoanálisis
que tuvo lugar en París el 28 de enero de 2019 (publicado en el próximo número de La Cause du désir).
Traducción: Alba Cifuentes Suarez