Marco Mauas – La memoria: ¿un vacío en común entre el cerebro y el inconsciente (real)?

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El último libro del Dr. Eric Kandel, “The disordered Mind”(1), ilustra de manera sorprendente, por una parte, los callejones sin salida de las así  llamadas neurociencias en la actualidad, y por otra, la existencia de un vacío muy ilustrativo.

Comencemos por el primer punto. Kandel empieza su libro con la diferencia que encuentra entre Freud y Kraepelin. Freud, según él, creía que las enfermedades mentales, aunque se encuentren ubicadas en el cerebro, se contraen a través de la experiencia, como por ejemplo una experiencia traumática acontecida en la infancia. Kraepelin, en cambio, creía que tenían un origen biológico, genético. En consecuencia, según Kandel, las enfermedades psíquicas pueden distinguirse las unas de las otras así como se distinguen las enfermedades orgánicas entre ellas, observando su comienzo, su curso clínico  y su resultado final. Esta creencia lo habría conducido a crear su sistema de clasificación de las enfermedades mentales, el de Kraepelin que sigue siendo útil hasta la actualidad. Esta afirmación que figura en la página 10 de su libro es de origen misterioso y basta con abrir el libro de Kraepelin Lectures on clinical psychiatry (2) para encontrar el estilo de un clínico riguroso, y esto por ejemplo desde la página 1: “Por supuesto, desde el punto de vista médico, son los desórdenes en los cimientos orgánicos de la vida psíquica los que deberían ocuparnos principalmente. Pero tales síntomas proceden en general de enfermedades orgánicas, una situación muy poco abordada por la medicina hasta hoy. Se trata aquí no tanto de modificaciones físicas de talla, forma, fuerza o composición química, como de perturbaciones en los registros de la comprensión, de la memoria y del juicio, de ilusiones, alucinaciones, depresión y de cambios patológicos del dominio de la voluntad. Con la ayuda de ideas provenientes de la patología general, se halla en general sin muchas dificultades, el camino dentro de un nuevo ámbito médico. Pero en este ámbito particular, uno se queda al inicio completamente perdido por la naturaleza fundamentalmente extraña de los fenómenos encontrados, hasta alcanzar un cierto grado de conocimiento de la sintomatología singular de la patología mental.”

El objeto del interés de Kraepelin, es otro tipo de clínica que comporta fenómenos singulares. Esta es la cosa kraepeliana.

Kandel, por su parte, recibió el premio Nobel de fisiología y medicina del año 2000 por sus descubrimientos sobre la memoria. Sus experiencias sobre el caracol Aplysia lo condujeron a postular que la memoria se encuentra “localizada” en el nivel de la sinapsis y, recientemente, un colaborador de Kandel cree haber descubierto cómo “transmitir la memoria” con una inyección de ARN de un caracol que padeció ciertas experiencias determinadas a otro que no las tuvo (3). El Dr. Kandel subraya en su libro que según él, la memoria y el aprendizaje se hallan en el centro mismo de nuestra vida: “Memory, the storehouse of the self” es el título del capítulo 5 de su libro.

Dos postulados, o si se quiere, un petitio principii sostenido por dos lados: 1- la suposición de que la clínica kraepeliana esté fundada en la creencia de Kraepelin en el origen biológico de las enfermedades mentales, y 2- la aserción de la memoria, con su fundamento cerebral, como el depósito del self. Demasiadas suposiciones.

Nuestra vida ¿está hecha de memoria? Borges relata en su cuento “La memoria de Shakespeare” que a un hombre, que acepta recibir la memoria de Shakespeare, después de un sueño, le vino una frase: “Vendo la memoria de Shakespeare”. El personaje de su cuento adquirió la memoria de Shakespeare, pero después de extrañas vicisitudes debe confesar: “Comprendí que las tres facultades del alma humana, memoria, entendimiento y voluntad, no son más que una ficción escolástica. La memoria de Shakespeare no podía revelarme otra cosa que no fueran las circunstancias peculiares de Shakespeare. Es evidente que éstas no constituyen la singularidad del poeta; lo que importa es la obra que ejecutó con ese material perecedero.” (4) Hacia el final del relato, piensa: “Spinoza ha escrito que todas las cosas quieren persistir en su ser. La piedra quiere ser una piedra, el tigre un tigre, y yo querría volver a ser Hermann Soergel.” Luego, finalmente, la conclusión materialista:  “ La cosa que soy me hará vivir”. (5)

Curiosamente, la simple postulación de lo real conduce a Lacan en su seminario acerca de Joyce a preguntarse si puede sostenerse que tengamos una memoria. Lacan afirma que “[…] Digamos que reacciono a esto en la medida en que Freud articuló lo inconsciente. […] En la medida en que Freud hizo verdaderamente un descubrimiento  – suponiendo que este descubrimiento sea verdadero -, puede decirse que lo real es mi respuesta sintomática” (6).

Es a partir de lo real como respuesta sintomática que Lacan puede preguntarse en voz alta: “¿Tenemos una memoria? ¿Puede decirse que se haga más si se dice que se la tiene que si se imagina que se la tiene, que se dispone de ella? Debería decir que uno dicepone, que se tiene que decir.” (7)

Jacques-Alain Miller, en su lectura minuciosa de este capítulo (8) señala la memoria como un saber ya presente. La memoria se sitúa en el lugar del Otro, es un nombre del inconsciente, no del inconsciente real, sino del inconsciente como saber. Y se puede leer entre líneas, como J.-A. Miller lo propone: “… hablar no tiene nada que ver con la memoria. Y gentilmente, les demuestra que no se trata para nada de que uno se acuerde de algo: se crea la legua hablando.” Y prosigue: “El sujeto analizante habla su propia lengua. Y (…) es una lengua que no es, que no se compara y que no se atribuye a ningún modelo de lengua que explicaría que ello es una desviación o que no lo es.”

De este modo se percibe por dónde se introduce el vacío, entre el inconsciente (real) y el cerebro: por el efecto separador de lo real, real diferente del cerbero, real que separa lo simbólico de lo imaginario. Con Lacan se vacía la memoria de toda importancia para captar algo que sea de lo real de la vida, de “la cosa que soy que me hace vivir”.

Traducción : Valeria Sommer
Revisión: Donato Bencivenga

  1. Kandel, Éric, “The disordered mind”, Farrah, Straus and Giroux, New York, 2018.
  2. Kraepelin, Emil, “Lectures on clinical psychiatry“, (1904), New York, William Wood &Company.
  3. Memory Transferred between Snails, Challenging Standard Theory of How the Brain Remembers Research finding hints at the possibility of new treatments to restore lost memories By Usha Lee McFarling, STAT on May 14, 2018. https://www.scientificamerican.com/article/memory-transferred-between-snails-challenging-standard-theory-of-how-the-brain-remembers/
  4. Borges, JL, “La mémoire de Shakespeare” (1980), Œuvres Complètes, La Pléiade, Gallimard (2010), t. II, p. 984. Trad. Jean Pierre Bernés.
  5. En inglés en el original: Simply the thing I am shall make me live.
  6. Lacan J. Seminario 23: El sinthome; 1ª edición; Buenos Aires; Paidós; 2006. Traducción Nora A. González, Revisión Graciela Brodzdy. Clase 9: “De lo Inconsciente a lo Real”, p. 130.
  7. Ídem, p. 130
  8. Miller, J-A, “El ultimísimo Lacan”, clase del 13 diciembre 2006, Paidós, Buenos Aires, 2013, p. 85.

 

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